domingo, 4 de marzo de 2012

La Capilla Sixtina: Un poco de historia

La Capilla Sixtina es uno de los monumentos más reconocidos no solo de Italia, sino de Europa, debido a los impresionantes frescos de su interior, admirado no solo por los historiadores de arte, sino por cualquier persona que la visite.

Fue construida entre los años 1471 y 1484, por encargo del papa Sixto IV della Rovere, al que se debe el nombre de la Capilla. Su conastrucción cayó a cargo de Baccio Pontelli y supervisada por Giovannino De' Dolci. 

Su construcción siguió el modelo de las antiguas Basílicas romanas, y fue construída en el lugar de la Capilla Magna  con medidas de 40.93 metros de longitud, 13.1 metros de ancho y 20.7 metros de altura. Consta de 6 ventanas en cada una de las paredes laterales y en el lado opuesto se encuentra el altar. 



En esta capilla era costumbre la celebración de eventos religiosos, sobretodo el Cónclave, pero su gran importancia no ha venido dada por este hecho: como podemos observar, la Capilla Sixtina no goza de gran belleza externa, sino que su fama y grandiosidad se deben a los frescos de su interior, sobretodo a los realizados por Miguel Ángel en la Bóveda y en la pared del altar, donde se encuentra el famoso Juicio Final.

Tras la construcción de la capilla y el nombramiento del nuevo Papa: Julio II, éste decidió dar un uso de provecho a la capilla, y mandó (aconsejado por Giulano da Sangallo) que Miguel ángel, muy reconocido en su época, fuera el decorador del interior de la capilla.
Miguel Ángel en un principio se negó, ya que el se consideraba prestigioso por sus dotes con la escultura, no con la pintura, además de que suponía una gran responsabilidad hacerse cargo de la decoración de aquella capilla. Per finalmente se vio obligado a acceder bajo presión del Papa y de los Médici, que tenían un gran poder social en la época, además de que se le ofreció una recompensa económica. 
Miguel Ángel tardó 4 años en terminar su obra (1508-1512), con  muchísimas dificultades de por medio, tanto económicas como debidas a su inexperiencia frente a la técnica de pintura al fresco. Cerca de un año pasó realizando esbozos y preparando el encargo de Julio II.

Algunos de estos esbozos o bocetos se pueden encontrar en el Museo Británico de Londres, como por ejemplo la Sibila Líbica, una de las pinturas que componen la Bóveda de la capilla.  







La decoración de la bóveda, por deseo de Julio II, debía constar de las figuras de los doce apóstoles, pero finalmente la temática fueron escenas del Génesis.
Algo poco común en la época era dejar libremente al artista la elección del tema, pero Julio II,  a pesar de las continuas discusiones con Miguel Ángel sentía una profunda admiración hacia él y su obra, por lo que lo dejó en sus manos. El tema escogido para la bóveda fue historia del mundo y de la humanidad antes de la venida de Cristo. 
Aunque la narración empieza del altar hasta la entrada, Miguel Ángel empezó el trabajo desde la pared de la entrada hasta el fondo del altar.

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